Horarios irregulares, sesiones de estudio nocturnas y la
constante presión académica, son algunos de los factores que influyen en la
mala calidad del sueño de los estudiantes, indicó el académico de la UTalca,
Roberto Ferreira, quien, además, destacó que dormir mal puede acarrear riesgos
a la salud física como obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas, entre otras
complicaciones.
En un mundo que nunca duerme, con estímulos sensoriales 24/7
que impiden acceder a un sueño reparador, tener conciencia de la importancia de
descansar y destinar las horas correctas al buen dormir, siempre será una
oportunidad para mejorar la calidad de vida. Así lo precisó el académico de la
Facultad de Ciencias de la Educación y director del Núcleo Milenio para la
Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL), Roberto Ferreira, quien explicó “que el
sueño, entre otras cosas, permite al cuerpo y la mente reposar, reparar
tejidos, consolidar memorias y regular hormonas”.
Además, subrayó que un buen dormir “favorece las funciones
cognitivas como la atención y la resolución de problemas que son esenciales
para el éxito académico. También regula emociones, mejorando el manejo del
estrés y apoya la salud física, como el sistema inmunológico y el corazón,
favoreciendo la productividad”.
Por el contrario, y en el caso de los estudiantes, agregó el
profesor Roberto Ferreira, “dormir mal puede llevar a fatiga, menor
concentración y rendimiento, afectando el aprendizaje, provocando tiempos de
reacción disminuidos, lo que contribuirá a aumentar el riesgo de errores
académicos”.
“Emocionalmente, dormir mal, puede aumentar la
irritabilidad, ansiedad y depresión que impacta negativamente en el rendimiento
del estudiante. Físicamente, eleva el riesgo de obesidad, diabetes,
enfermedades cardíacas, entre otras patologías”, detalló.
Sin embargo, no solo se trata de acumular horas de sueño y,
pese a que existe la idea de que 8 horas de sueño es lo que necesitamos para
lograr un buen descanso, el especialista aclaró que las necesidades de sueño
varían según la edad.
“En el caso de un recién nacido, se estima que debe dormir
entre 14 y 17 horas, en cambio un adulto mayor pude tener un sueño reparador en
unas 7 y 8 horas. También es importante saber que, dormir en horarios distintos
a la noche puede ser contraproducente, alterando el ritmo circadiano, lo que
genera un sueño de menor calidad y menor alerta, afectando el aprendizaje”.
Día Mundial del Sueño, 14 de marzo
Desde el año 2008 se busca concientizar a nivel global la
importancia del buen dormir y la fecha elegida para celebrarlo no es casual, ya
que coincide, en el caso del hemisferio sur, con el viernes anterior al
equinoccio de otoño.
Para el académico de la Facultad de Ciencias de la Educación
y director del Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL), Roberto
Ferreira, tener claridad de los beneficios del buen dormir, es fundamental para
que los estudiantes puedan desempeñarse de buena manera en sus tareas
académicas.
Por eso, indicó el experto, “factores como sesiones de
estudio nocturnas y clases tempranas van desajustando los patrones naturales de
sueño, afectando el rendimiento académico, la salud mental y el aprendizaje a
largo plazo”.
Para finalizar, el profesor agregó que existen soluciones
prácticas a la hora de buscar un descanso reparador, como mantener un horario
fijo para dormir, hacer ejercicio regularmente, crear una rutina relajante
antes de acostarse, asegurar un cuarto cómodo, limitar el uso pantallas previo
a dormir, como también restringir comidas pesadas, la cafeína y el alcohol”.
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