El Ministerio de Salud reforzó la alerta preventiva por
sarampión ante el aumento de casos en países vecinos. Desde la Escuela de Salud
Pública, la epidemióloga Olivia Horna Campos advierte brechas territoriales en
la cobertura, destaca la importancia de la vacuna triple vírica y llama a
fortalecer la inmunización y la comunicación de riesgo.
Chile reforzó las alertas epidemiológicas luego del aumento
sostenido de casos de sarampión en Latinoamérica, especialmente en Argentina,
país que enfrenta un incremento asociado a la caída histórica en las coberturas
de vacunación infantil. Aunque Chile no registra casos autóctonos hace años —el
último fue un caso importado en 2023—, el escenario regional llevó al
Ministerio de Salud (Minsal) a reforzar la vigilancia de alerta preventiva, la
que se realizó en junio y sigue vigente. A esto se suma que, tras la pérdida
del estatus de “eliminación” del sarampión por parte de Canadá, la región de
las Américas también dejó de contar con dicha categoría.
El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa, capaz
de transmitirse de una persona enferma a entre 12 y 18 personas. La
Organización Panamericana de la Salud ha reportado más de 12.900 casos en las
Américas en lo que va del año, lo que eleva el riesgo de reintroducción del
virus en países que lo habían controlado.
La epidemióloga y académica del Programa de Epidemiología de
la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Olivia Horna Campos,
explica que el aumento de riesgo para Chile está directamente vinculado a las
brechas de vacunación existentes en el territorio. “Chile enfrenta un riesgo
significativo de importación del virus, especialmente ante la disminución de
coberturas de vacunación infantil en la región”, señaló.
En su diagnóstico, detalló que las brechas se concentran
particularmente en la segunda dosis: “Las zonas del norte, como Arica y
Antofagasta, reportan coberturas menores al 70% en la segunda dosis, e incluso
algunas regiones no alcanzan el 95% en la primera dosis”. Este escenario podría
facilitar la aparición de brotes localizados.
Vacuna triple vírica, vigilancia activa y comunicación de
riesgo: pilares para contener el sarampión
La vacuna triple vírica, también conocida como SRP o MMR, es
una vacuna combinada que protege contra el sarampión, la rubéola y las paperas
(parotiditis). En Chile es gratuita, está disponible en toda la red pública y
forma parte del calendario infantil obligatorio, alcanzando una efectividad del
99% cuando se administran las dos dosis correspondientes. Debido a su alta
eficacia y seguridad, constituye la herramienta central para evitar brotes.
Pese a ello, en 2024 la adherencia nacional a la segunda
dosis llegó solo al 78,9%, lo que preocupa a las autoridades sanitarias y al
mundo académico. Por ello, Horna recalca: “Es importante hacer un llamado a la
población para revisar y completar los esquemas de vacunación, especialmente en
niños, adolescentes, migrantes recientes y viajeros”.
La académica agrega que la estrategia de prevención debe
incluir también una comunicación clara y accesible: “Se requieren
comunicaciones que expliquen los riesgos del sarampión y la seguridad de la
vacuna triple vírica, con testimonios reales, datos locales y un lenguaje que
toda la población pueda comprender”, advirtió.
Respecto del rol del personal de salud, Horna enfatizó la
importancia de la sospecha temprana: “El personal médico debe mantener un alto
índice de sospecha clínica frente a personas que hayan venido de países con
casos de sarampión y que presenten fiebre o exantema. Deben notificar
oportunamente y seguir los protocolos de vigilancia”, señaló.
Finalmente, la epidemióloga subrayó la importancia de la
inmunidad colectiva para evitar el resurgimiento de enfermedades ya
controladas: “La vacunación no solo es una medida de protección individual. Al
vacunar a casi toda la población alcanzamos la meta del 95% y generamos efecto
rebaño, lo que previene la reaparición de enfermedades como el sarampión”.
Reiteró el llamado a completar la primera dosis y la dosis de refuerzo a los 36
meses.
Aspectos clínicos: síntomas, transmisión y evolución del
sarampión
El sarampión se caracteriza por un cuadro clínico que suele
iniciar con fiebre alta —generalmente sobre 38°C— acompañada de tos intensa,
conjuntivitis y congestión o secreción nasal (coriza). Días más tarde aparece
un exantema macular típico, que comienza en la cara y se extiende
progresivamente al resto del cuerpo. La enfermedad puede causar complicaciones
graves como neumonía, otitis, diarrea severa y, en casos menos frecuentes,
encefalitis.
Se trata de una enfermedad con transmisión aérea, altamente
eficiente: el virus se dispersa a través de gotitas respiratorias emitidas al
toser, estornudar o hablar, y puede permanecer suspendido en el aire durante
horas en espacios cerrados. Por esta razón, una persona infectada puede
contagiar a entre 12 y 18 personas susceptibles, convirtiéndola en una de las
enfermedades más contagiosas conocidas.
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