DIRIGENTES DE NAME ALERTAN POSIBLE CANCELACIÓN DE ACTIVIDADES CULTURALES DE VERANO POR EXIGENCIAS SANITARIAS
Preocupación y malestar existe en la comunidad de Name ante
la posibilidad de que diversas actividades culturales tradicionales —realizadas
cada verano en la localidad— deban ser suspendidas debido a nuevas exigencias
sanitarias que, según sus organizadores, resultan difíciles de cumplir sin
apoyo estatal.
El dirigente comunitario Eduardo Cancino, en su columna
habitual en el Periódico La Voz de la Provincia, expresó que se está “a un paso
de abortar” todas las actividades programadas, ya que no cuentan con ninguna
subvención ni financiamiento externo para cumplir con las normativas
recientemente informadas.
Tradición, esfuerzo propio y actividades consolidadas
Name organiza desde hace años una serie de encuentros
culturales y costumbristas financiados exclusivamente con recursos propios.
Entre ellos destacan:
Cantata del 7 de diciembre
Mingaco de corta, 21 de diciembre
Trilla a yeguas sueltas, 11 de enero
Chuchoca en hoyo, febrero
Fiesta de la chicha baya, abril
Según Cancino, todo lo recaudado se reinvierte directamente
en infraestructura para la comunidad: baños, techos para protección solar o
lluvia, mesas, sillas, vajilla y cuchillería para más de 200 personas.
La sede social también cumple un rol comunitario permanente:
ronda médica, toma de exámenes, reuniones de Prodesal y
Conaf, organización de comités, albergue y hasta uso como vivienda temporal en
emergencias.
Críticas a nuevas exigencias sanitarias
El dirigente considera “incomprensibles” las altas
exigencias impuestas por la autoridad sanitaria, asegurando que la comunidad
cuenta con instalaciones adecuadas para la manipulación de alimentos, además de
prácticas de higiene tradicionales y conocimientos ancestrales transmitidos por
generaciones.
Cancino sostiene que este saber campesino suele ser
“ignorado o despreciado” por instituciones o autoridades externas, pese a ser
fundamental en la vida rural. Critica que se impida al campesinado faenar
corderos, vacunos o cerdos para estas actividades, mientras en ciudades se
permite la venta informal de comida en calles y veredas sin igual nivel de
fiscalización.
“Cometemos el gran pecado de ser chilenos, campesinos y
pacíficos”, señala en su columna, cuestionando si la rigurosidad sanitaria es
igual en sectores urbanos o en regiones donde el Estado enfrenta mayores
dificultades para ejercer soberanía.
Un llamado a criterio y proporcionalidad
La comunidad de Name pide que se evalúe el contexto rural,
la infraestructura disponible y la naturaleza comunitaria de estas actividades,
que forman parte del patrimonio cultural del Maule Sur.
Organizadores esperan que, en las próximas semanas, exista
una apertura al diálogo para evitar la suspensión de eventos que son parte
esencial de la identidad local, que fortalecen la economía familiar campesina y
que año a año convocan a cientos de visitantes.

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