MES DE LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO; UNA LLAMADA GLOBAL A ESCUCHAR EL DOLOR SILENCIOSO

 


 

Desde 2003, cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, una iniciativa de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP) junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta fecha busca visibilizar un fenómeno complejo y doloroso que muchas veces se vive en silencio, pero que cada año cobra la vida de más de 800.000 personas en el mundo, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos.

Más allá de las cifras, detrás de cada caso hay una historia interrumpida, un sufrimiento no compartido y una conexión que quizás no llegó a tiempo.

Septiembre Amarillo: símbolo de esperanza

Durante todo septiembre se impulsa la campaña internacional Septiembre Amarillo, que utiliza el color amarillo como símbolo de vida, esperanza y prevención. Su origen se remonta a 1994, cuando Mike Emme, un joven estadounidense de 17 años que había restaurado un Mustang amarillo, se quitó la vida. Sus padres y amigos distribuyeron cintas amarillas con el mensaje: “Por favor, no te suicides. Pide ayuda”. Ese gesto espontáneo se transformó en un símbolo mundial que nos recuerda que el suicidio no es un acto repentino, sino el desenlace de un dolor acumulado que puede y debe ser atendido.

Una crisis de salud pública

El suicidio es una de las principales causas de muerte en jóvenes de 15 a 29 años en el mundo. En Chile, los grupos más afectados son jóvenes entre 20 y 24 años, y adultos entre 45 y 59. Factores como depresión, ansiedad, consumo problemático de alcohol y drogas, experiencias de abuso o trauma, desempleo, pobreza e incluso el aislamiento social, aumentan los riesgos.

La depresión está presente en más del 50% de los casos, pero es tratable. Con acompañamiento psicoterapéutico y, en algunos casos, medicación, la mayoría de las personas puede recuperarse en un plazo de tres a seis meses. Para ello, la detección temprana es clave: se requiere información, espacios seguros y la posibilidad de hablar sin miedo ni juicio.

Hablemos del dolor: responsabilidad compartida

Uno de los mitos más dañinos es creer que “quien lo dice, no lo hace”. La evidencia demuestra lo contrario: muchas personas que intentan suicidarse han dado señales previas, a menudo indirectas. Frases como “no quiero seguir así”, “me siento una carga” u “ojalá no despertara” no deben pasarse por alto.

El suicidio no es solo un problema individual, sino también social. La prevención requiere educación emocional, políticas públicas en salud mental, redes comunitarias y acceso oportuno a atención psicológica.

Vulnerabilidad y resiliencia en América Latina

En países como Chile, los determinantes sociales juegan un rol clave: desigualdad, acceso limitado a salud mental, discriminación y precariedad laboral aumentan la vulnerabilidad. Sin embargo, también existe una enorme capacidad de resiliencia en las familias, las escuelas y las comunidades, que debe fortalecerse para ofrecer contención y apoyo.

Prevenir es promover la vida

La prevención del suicidio no es evitar la muerte: es promover la vida. Significa crear espacios donde las personas puedan expresar lo que sienten sin miedo ni vergüenza, y donde la salud mental sea vista como un derecho.

Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino un acto de valentía. Hablar a tiempo puede cambiar el rumbo de una vida.

📞 En Chile, si necesitas ayuda, puedes llamar al Fono Salud Responde 600 360 7777 o al Fono Prevención del Suicidio 600 360 7777 – opción 1.

Este septiembre, digamos juntos: la vida vale.

Comentarios