Un estudio liderado por el egresado de la Universidad de
Chile, Diego Cueto, señala que el bosque mediterráneo o bosque esclerófilo, ha
sido fuertemente impactado por el cambio climático y el impacto humano. “En su
extremo norte, el bosque está alcanzando un punto que se llama, en términos
científicos, el tipping point, que es un punto en el que el bosque pierde su
resiliencia para volver a obtener, por sí mismo, la cobertura y estructura
original que tenía dicho bosque”, señala Cueto.
El bosque mediterráneo o bosque esclerófilo que se extiende
entre la Región de Coquimbo y la Región de la Araucanía y se identifica por la
presencia especies como el litre, peumo, quillay, mitique o colliguay, entre
otros.
El estudio liderado por Diego Cueto reveló que el bosque
esclerófilo chileno se encuentra en alto riesgo, al borde del colapso, un 39,8
por ciento de las masas de este tipo de bosque presentan un índice de riesgo
alto o muy alto.
La investigación contó con el trabajo del Laboratorio de
Biodiversidad y Medio Ambiente de la Usach, dirigido por el doctor Alberto
Alaniz.
El cambio climático y la deforestación ha afectado a los
bosques en todo el mundo, incluyendo los chilenos, entre ellos, el bosque
mediterráneo o bosque esclerófilo, que es el que se extiende entre la Región de
Coquimbo y la Región de la Araucanía y que lo identificamos por la presencia de
especies como el litre, peumo, quillay, mitique o colliguay, entre otros.
Un estudio liderado por Diego Cueto, egresado de Ingeniería
en Recursos Naturales de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad
de Chile, reveló que el bosque esclerófilo chileno se encuentra en alto riesgo,
al borde del colapso, un 39,8 por ciento de las masas de este tipo de bosque
presentan un índice de riesgo alto o muy alto.
Este colapso en este tipo de bosques, explica el
investigador, puede afectar a través de la prohibición de servicios
ecosistémicos, que son “los servicios, beneficios y utilidades que el ser
humano obtiene directa o indirectamente de estos ecosistemas forestales o
ecosistemas de cualquier tipo”.
“El bosque esclerófilo provee servicios de administración de
regulación de temperatura, de agua, provisión de leña, tiene provisiones
culturales para distintas comunidades, paisajísticos, ahí uno puede enumerar
muchos y el problema que nosotros encontramos es que en su extremo norte, el
bosque está alcanzando un punto que se llama, en términos científicos, el
tipping point, que es un punto en el que el bosque pierde su resiliencia para
volver a obtener, por sí mismo, la cobertura y estructura original que tenía
dicho bosque”, señala Cueto.
El ingeniero en Recursos Naturales agrega que este fenómeno
provoca que “esté pasando de un bosque esclerófilo más denso a un tipo matorral
esclerófilo. Lo que quiere decir que el bosque se está perdiendo, se está
degradando, se está parcelando y al perderse esta vigorosidad de estructura,
pierde su capacidad de proveer servicios ecosistémicos a la población”,
añadiendo que "puede ser que ahora empiece a llover menos, al tener menos
la cobertura de bosque, sea menos capaz de absorber esta agua, esto puede generar
eventos de inundaciones, puede generar un mayor aumento de sequía, puede
generar que, por ejemplo, en la Región de Coquimbo, haya mucha trashumancia,
puede que los animales se queden sin alimento para comer, se pierdan este tipo
de culturas, entonces, es un tema además de meramente biológico, un tema
transversal y social”.
Variables
climáticas y humanas
“Chilean
Mediterranean forest on the verge of collapse? Evidence from a
comprehensive risk analysis” (“¿El bosque mediterráneo chileno al borde del
colapso? Evidencia de un análisis exhaustivo de riesgos”) es el nombre que
lleva el estudio donde Cueto trabajó junto al Laboratorio de Biodiversidad y
Medio Ambiente de la Usach, dirigido por el doctor Alberto Alaniz junto a
Claudia Hidalgo-Corrotea, Pablo M. Vergara, Mario A. Carvajal y Alexis
Barrios-Saravia.
Diego Cueto explicó que para obtener los resultados, tomaron
tres ítems, como son las “variables climáticas, como temperatura y sequía, y
cómo el bosque responde a estas condiciones y, para estimar el impacto humano,
lo que hicimos fue estimar el cambio de uso de suelo que ha habido entre los
distintos periodos que nosotros evaluamos. Entonces, con esas tres áreas
grandes tratamos de abordar integralmente variables humanas y climáticas y cómo
ha afectado al bosque”.
"Para el extremo norte de la distribución de este
bosque, lo que más se notaba era que por lo que fue afectado era por el cambio
climático y por la degradación; en la zona central ocurrió un fenómeno bien
curioso que era la mezcla entre el efecto del cambio climático y el efecto de
actividad humana, ahí se vio muy exacerbado el aumento de la cobertura
agrícola”, señala Cueto.
Sobre la posibilidad de recuperación, Cueto indica que “de
forma autónoma, nosotros creemos que sería muy difícil que se pueda recuperar,
ahí tendrían que venir intervenciones humanas, como ya lo están proponiendo
varios proyectos, por ejemplo, las contribuciones determinadas a nivel
nacional, los planes de restauración de paisaje del gobierno, que planean
reforestar con especies nativas. En la zona centro hay que atacar un poco con
políticas públicas también, porque está el tema de la expansión de la agricultura,
pero ahí también entra en juego un problema súper complejo que es que
necesitamos producir alimentos, entonces necesitamos tener lugares que sean
habilitados para la agricultura y lugares que nosotros podamos preservar”.
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