El predio de 15 hectáreas de Juan Huentelao Ancamilla (61) en la comuna de Traiguén es un modelo a seguir en la región de La Araucanía. En sus inicios, el terreno ubicado en el sector rural Santa Fanny estaba dedicado solo al monocultivo forestal y este agricultor lo transformó en un sistema agrícola vivo y diverso: recuperó los caudales hídricos, restauró el bosque nativo y ahora tiene praderas de avena con trébol rosado, además de una huerta de autoconsumo de forma circular que asemeja un kultrún mapuche.
Desde
2023 este espacio de manejos sostenibles y biodiversidad es un Faro
Agroecológico, un lugar que es visitado por otros productores de la zona,
técnicos agrícolas, estudiantes y delegaciones de interesados en conocer
prácticas adaptadas al cambio climático y la gestión hídrica, combinando
saberes tradicionales con prácticas innovadoras. Además, ha establecido un
vínculo con el sistema de salud comunal, por su enfoque de producción
saludable, libre de agroquímicos.
Estas
son algunas razones por las que el predio de Huentelao, miembro de la comunidad
indígena Juan Marín de Pantano, fue elegido por el Instituto de Desarrollo
Agropecuario (INDAP) para lanzar su Política para la Gestión del Riesgo de
Desastres y Adaptación al Cambio Climático, cuyo objetivo es que la Agricultura Familiar
Campesina e Indígena esté mejor preparada para enfrentar desastres naturales y
los efectos del cambio climático, y tenga la capacidad de recuperarse para continuar
produciendo alimentos para el país
Esta política tiene 5 ejes: comprender e internalizar el riesgo de desastres, incorporando el cambio
climático como un factor estructural; fortalecer la institucionalidad de INDAP ante este
escenario; planificar e invertir en sistemas productivos resilientes, mediante
prácticas agrícolas sostenibles y adaptativas; responder de forma coordinada, eficiente y eficaz ante las
emergencias; y apoyar la recuperación de comunidades, medios de vida y
recursos naturales tras los desastres.
La
actividad, que marca el compromiso del gobierno con la protección, resiliencia
y sostenibilidad de quienes nos alimentan, fue encabezada por el director
nacional de INDAP, Santiago Rojas, y el director regional del servicio en La
Araucanía, Pablo González; la directora de INIA Carillanca, Claudia Osorio; y
el administrador municipal de Traiguén, Jorge Espinoza.
Santiago
Rojas explicó que esta política se levantó con participación de representantes
de todas las regiones –mediante encuestas, talleres y reuniones–, para que
refleje las necesidades de cada zona, e incluye 13 objetivos estratégicos y 30
acciones que van desde capacitación y mejoras tecnológicas hasta inversiones en
infraestructura y planes de prevención. “Antes el enfoque era principalmente
reaccionar tras una emergencia. Ahora se prioriza prevenir, prepararse y
responder de manera más coordinada, reduciendo daños y costos”, dijo.
Añadió que un INDAP moderno debe
adaptarse a los desafíos del siglo 21 y que sin prevención no hay fomento
productivo que sirva: “La Agricultura Familiar Campesina e Indígena produce
gran parte de los alimentos que consumimos y es clave para la seguridad
alimentaria. Si este sector es más fuerte y puede resistir y recuperarse del
impacto de un desastre, como una sequía prolongada,
heladas, incendios, lluvias y otros fenómenos extremos, todos seguiremos
teniendo la garantía de acceder a alimentos sanos y locales. Es algo que
beneficia a todo el país”.
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