El sábado 6 de septiembre, Chile adelantará una hora sus
relojes. Aunque el cambio busca aprovechar mejor la luz diurna, también puede
impactar negativamente en la salud emocional y cognitiva, especialmente en
niños y adolescentes, según advirtió el académico de la Facultad de Ciencias de
la Educación de la Universidad de Talca, Roberto Ferreira.
La modificación horaria, que marca la llegada del horario de
verano, suele generar alteraciones en el ritmo biológico. Según el profesor
Ferreira, "la pérdida de una hora de sueño incide especialmente en la fase
REM, crucial para procesar emociones y consolidar recuerdos".
"Durante esa etapa del sueño, que predomina al final de
la noche, el cerebro regula emociones negativas. Si se interrumpe, aumenta la
irritabilidad, el estrés y se compromete el bienestar emocional", detalló
el también director del Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje (MiNSoL)
de ANID.
Pero el impacto va más allá de lo emocional. Estudios
internacionales y evidencia clínica muestran un aumento en los problemas
cardiovasculares e incluso un incremento en accidentes de tránsito tras los
cambios de horario. "Esto ocurre por la alteración del ciclo del sueño,
que reduce la concentración y genera fatiga", indicó el profesor de la
UTalca.
Recomendaciones
El especialista utalino recomendó prepararse con antelación
para mitigar los efectos. "Unos días antes, es recomendable adelantar el
horario de sueño y comidas, evitar ejercicios intensos por la tarde y exponerse
a la luz natural temprano en la mañana. Esto ayuda a sincronizar nuestro reloj
biológico", explicó.
El académico subrayó también que el sueño de calidad es
importante en cualquier etapa de la vida, pero es clave en la infancia y
adolescencia, ya que la falta de descanso repercute en el aprendizaje y
desarrollo cerebral. "Los niños necesitan entre 10 y 12 horas de sueño.
Además, hay que tener en cuenta que los adolescentes tienden a dormirse más
tarde y aún así deben levantarse muy temprano para ir al colegio, afectando
directamente sus procesos cognitivos y emocionales", precisó Ferreira.
En ese sentido, el uso intensivo de pantallas en horario
nocturno contribuye a mantenerlos en estado de alerta, dificultando el descanso
profundo. "Hoy los niños y adolescentes están durmiendo mucho menos de lo
necesario, lo que debilita su sistema inmune y los hace más propensos a
enfermedades", advirtió el docente.
Para finalizar, el académico hizo un llamado a reconsiderar
los horarios escolares desde una perspectiva de salud pública. "Con toda
la evidencia disponible, resulta incomprensible que las clases sigan comenzando
tan temprano", subrayó el director de MiNSoL.
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