Realizar actividad física, tener una buena alimentación
(evitando el sobrepeso) y consumir líquido en cantidades adecuadas, son clave
para evitar padecer de la Enfermedad Renal Crónica, una patología que presenta
un alza en la prevalencia en nuestro país y que se estima sea la quinta causa
de muerte en el mundo para el año 2040. Así lo indicó Carla Mondaca Pérez,
enfermera de la Unidad de Diálisis del Hospital Regional de Talca, quien junto
a Alondra Frías Oyarzún, médico del mismo recinto, dictaron una charla
informativa organizada por la Facultad de Ciencias de la Salud de la
Universidad de Talca.
Según agregó esta última profesional, en Chile “1 de cada 10
personas tiene enfermedad renal crónica, con una mortalidad de 4% y una pérdida
de 2 años de vida saludable”. Por eso es primordial prevenirla, “también
evitando la ingesta o auto prescripción de medicamentos antiinflamatorios no
esteroidales”, dijo Mondaca.
Todos estos consejos apuntan a que las enfermedades crónicas
relacionadas a una mala alimentación, sedentarismo y obesidad, gatillan el mal
funcionamiento del riñón.
“Este aumento en la prevalencia de la enfermedad renal
crónica en Chile, de 2,7% en el año 2010, a 10% en la actualidad, se debe al
incremento de enfermedades crónicas como diabetes, obesidad e hipertensión”,
precisó Frías.
Aunque, complementó Mondaca, “también hay causas
hereditarias o de problemas de las vías urinarias. Lo importante es que si hay
un diagnóstico de algunas de estas patologías o condiciones, hay que mantener
un control y seguimiento médico para poder identificar si hay riesgo renal”.
Prevención
La directora de la Escuela de Nutrición y Dietética de la
Universidad de Talca, Ángela Sánchez Agurto, entregó recomendaciones para
mantener unos riñones saludables.
Dieta variada y equilibrada que incluya frutas y verduras de
todos los colores, diariamente.
Potenciar el consumo de alimentos con alta cantidad de agua,
fibra y antioxidantes, como lechuga, betarraga, berros, tomates, arándanos,
fresas o frutos rojos, legumbres, aceite de oliva, huevo y carnes blancas
(pollo y pescado), frutos secos y productos integrales como avena y salvado de
trigo.
Disminuir el consumo de sal de mesa y alimentos con alto
contenido de sodio, como alimentos y carnes procesadas.
Mantener un consumo de agua mínimo de 2 litros al día.
Moderar consumo de azúcar y alimentos que lo contengan, como pastelería, dulces
o golosinas.
Incentivar la actividad física mínima. Por ejemplo, caminar
al menos 30 minutos a diario.
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