El 70% de los frutos cosechados se comercian dentro de
Latinoamérica. El desafío ahora es diversificar esos mercados a partir del
cambio de variedades, trabajo que es impulsado por la Universidad de Talca
junto ANA Chile y Corfo.
Tras años de incertidumbre, la industria de la manzana
chilena vive tiempos auspiciosos por su creciente consolidación en los mercados
latinoamericanos. Esa fue la principal reflexión en la XII Expo Pomáceas 2025,
organizada por la Universidad de Talca y A.N.A. Chile, y que reunió a los
principales actores del sector frutícola.
Según Andrés Valdivieso, gerente comercial de A.N.A Chile,
“en los últimos dos años, el mercado ha cobrado una relevancia inédita para
nuestra industria. Brasil, en particular, duplicó su volumen de compra respecto
al año anterior, y junto a Colombia y Ecuador, representan hoy el 70% de
nuestras exportaciones”. Este cambio de foco responde a un giro estratégico,
tras años difíciles en los que los bajos retornos amenazaron la rentabilidad
del sector.
“La renovación varietal es necesaria en las empresas
chilenas. En el caso de Nueva Zelanda, el 63% que exportan corresponde a
variedades nuevas, siendo que en Chile estamos en el 12% o 13%, por eso tenemos
una tremenda labor de renovar huertos a nuevas variedades que funcionen, que se
adapten bien a nuestras condiciones y sean rentables”, añadió Valdivieso.
En ese sentido, destacó que la competencia directa en
Latinoamérica es baja, lo que permite a Chile reforzar su presencia. “Mientras
Sudáfrica se enfoca en Europa y Nueva Zelanda en Asia, nosotros tenemos la
ventaja de ofrecer fruta de calidad y acceso directo a la región”.
Cambio climático
La incertidumbre climática sigue siendo un factor de peso
para los productores. Álvaro Sepúlveda, profesional del Centro de Pomáceas de
la Universidad de Talca, advirtió que el invierno actual presenta condiciones
neutras, sin un patrón claro de frío ni de lluvias. “Lo ideal para el manzano
es una alta acumulación de frío invernal. Si eso no ocurre, la floración puede
volverse errática y afectar la sincronía entre cultivares y polinizantes,
reduciendo la producción y calidad de la fruta”, explicó.
Sepúlveda destacó además que la producción está bajo presión
debido a los bajos márgenes de rentabilidad. “Estamos en una industria de
sintonía fina. No hay espacio para errores. Un invierno cálido o una helada
inesperada pueden ser fatales para el retorno del productor”. En ese contexto,
valoró el rol de la Expo Pomáceas como espacio de encuentro y transferencia de
conocimiento. “Con la manzana en crisis, estos encuentros son fundamentales
para alinear estrategias y compartir avances entre todos los actores del
sector”.
Innovación genética
Uno de los pilares para sostener la competitividad chilena
en el mediano y largo plazo es la innovación genética. Rodrigo Cruzat, gerente
del Consorcio Biofrutales, destacó el rol de la Universidad de Talca y su
programa de mejoramiento genético en alianza con ANA Chile y Corfo.
“Necesitamos manzanas hechas a la medida de nuestra realidad climática y
productiva. Ya no basta con importar variedades, debemos desarrollar las
nuestras, pensadas para nuestras condiciones”, afirmó.
Asimismo, llamó a mirar más allá de la productividad,
señalando que el consumidor moderno también exige sostenibilidad. “Ya no se
trata solo de qué producimos, sino de cómo lo producimos, qué huella hídrica
tiene, qué impacto ambiental deja. Ese es el nuevo estándar global”.
En ese sentido, Cruzat destacó el aporte práctico de la
UTalca en esta tarea. “No son muchos los ejemplos de una universidad que tenga
esa conexión con la industria. En la universidad de Talca y especialmente en el
Centro de Pomáceas, hay un punto, hay un HUB, muy importante para la industria
que hay que cuidar y mantener”.
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