Autora Columna: Dra. María Paz
Corvalán Barros, miembro de la Sociedad Chilena de Medicina del Estilo de Vida
(SOCHIMEV) y de la Comisión de Tabaco de la Sociedad Chilena de Enfermedades
Respiratorias.
Este 31 de mayo, el Día Mundial
Sin Tabaco nos invita a reflexionar bajo el lema “Desenmascaremos su atractivo”, una consigna que no podría ser más
acertada frente al creciente uso de cigarrillos electrónicos y otros
dispositivos de nicotina, especialmente entre adolescentes. Como médica
especializada en tratamiento del tabaquismo, he sido testigo del impacto
alarmante que tienen las estrategias de marketing de la industria tabacalera en
la salud de las personas, y en particular en la población más joven.
Hoy, el inicio del consumo no comienza con un cigarro convencional. Se
inicia con un vapeador de colores llamativos, con sabores dulces, promovido por
influencers en redes sociales. Este
tipo de publicidad ha sido especialmente eficaz en captar la atención de niñas,
niños y adolescentes. Según la Encuesta Nacional de SENDA, en 2024 un 44% de
los jóvenes entre 14 y 18 años había probado cigarrillos electrónicos al menos
una vez. Solo un año después, ese porcentaje subió a 54%. Esta alza dramática
no solo refleja una mayor exposición, sino también una creciente normalización
del uso de nicotina a edades tempranas.
Uno de los grandes mitos que persisten es que los vapeadores son menos
dañinos, que no contienen nicotina o incluso que ayudan a dejar de fumar.
Ninguna de estas afirmaciones es respaldada por evidencia sólida. De hecho, los
cigarrillos electrónicos no están recomendados en las Guías de Práctica Clínica
para el Tratamiento del Tabaquismo publicadas por la Organización Mundial de la
Salud en 2024. Muchos pacientes consultan creyendo que el vapeo es una
herramienta terapéutica, cuando en realidad puede convertirse en la puerta de
entrada a una adicción dual, incluso más riesgosa que fumar tabaco
convencional.
El tabaquismo no es un mal hábito: es una adicción compleja, crónica,
que involucra componentes físicos, psicológicos y sociales. Su abordaje
requiere estrategias integrales, acompañamiento profesional y, muchas veces,
tratamiento farmacológico. En Chile, contamos con recursos como la línea
gratuita Salud Responde (600 360 7777) y diversas aplicaciones móviles para
apoyar el proceso de cesación, pero si una persona fuma más de 10 cigarrillos
diarios, probablemente requerirá evaluación médica y tratamiento con fármacos
como bupropión.
A nivel de políticas públicas, si bien la legislación actual ha dado
pasos importantes —como restringir la venta a menores, exigir advertencias y
limitar la publicidad— aún quedan desafíos pendientes: reducir el límite de
nicotina para un cigarrillo electrónico (equivalente a 45 cigarrillos),
prohibir el vapeo de cigarrillos electrónicos sin nicotina en espacios cerrados,
fiscalizar activamente su cumplimiento y sobretodo aumentar los impuestos.
El rol del personal de salud es crucial en esta cruzada: debemos
entregar un mensaje claro y sin ambigüedades. El cigarrillo electrónico es
perjudicial, está prohibido en menores de edad y no es un método para dejar de
fumar. A las familias, les digo: cuiden lo que consumen sus hijos en los
teléfonos. El marketing sin restricciones que promueve el vapeo también
promueve el alcohol, la comida ultraprocesada y el sedentarismo. La adicción
digital es una vía directa a otras adicciones.
Avanzar hacia una sociedad libre de tabaco y nicotina requiere de
manera urgente acción coordinada, convicción y voluntad política. Subir los
impuestos a estos productos sigue siendo la medida más eficaz y costo-efectiva
para reducir su consumo. Desenmascarar el atractivo del tabaco es
responsabilidad de todos.
La Medicina del Estilo de Vida enfatiza que dejar de fumar es
fundamental para la salud y la longevidad. Se considera que es uno de los
cambios más importantes que una persona puede hacer para mejorar su bienestar
general y reducir el riesgo de enfermedades graves.
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