Columna de opinión de;
Alejandro Casagrande, Presidente Corma Biobío y Ñuble.
El país necesita crecer sobre un 4 o 5%. Ese es el desafío
que debemos asumir para generar crecimiento, puestos de trabajo de calidad,
formales y así mejorar el bienestar de las personas. Sin embargo, nos
enfrentamos a un estancamiento estructural en la economía. La innovación,
productividad e inversión ya no son el motor que eran.
Según cifras del Banco Central, el crecimiento tendencial
estimado para el período 2024-2035 sería de apenas un 1,8%. La productividad
está estancada desde hace dos décadas, y la inversión, que en los años 2000
creció a tasas del 9% anual, se ha reducido a un 0,6% anual en la última
década. Peor aún, en 2024 la inversión disminuyó en un 1,4%, principalmente
debido a la contracción en maquinaria y equipos. Esta situación es una muy mala
noticia para la economía y el empleo.
El sector forestal no está ajeno a esta problemática. Hemos
visto una disminución en la productividad, la reducción de la inversión y la
pérdida de miles de hectáreas plantadas, lo que ha generado un impacto negativo
en la industria, afectando principalmente a las pequeñas y medianas empresas.
En los últimos 10 años, el sector ha perdido 48 mil empleos, lo que evidencia
la urgencia de tomar medidas concretas.
El sector forestal es parte de la solución
Clave para ello, es generar condiciones habilitantes que
permitan y fomenten la inversión y la creación de empleos permanentes y de
calidad. Se debe terminar de una vez por todas, con los hechos de violencia que
vienen afectado a nuestro sector por décadas, como atentados e incendios, que
afectan no solo a nuestro sector, sino también a otros sectores, a las
comunidades y miles de personas que viven y trabajan en el mundo rural.
Clave es apoyar a los pequeños y medianos propietarios de
bosques, para recuperar los sectores afectados por los incendios y volver a
reforestar. En el Biobío son 42.000 hectáreas afectadas, que podrían generar
cerca de 9 mil puestos de trabajo anuales, según Conaf.
Si incorporamos las superficies forestales descubiertas y no
afectadas, llegamos a cerca de 140.000 hectáreas a recuperar en el Biobío, con
todo el beneficio social, ambiental y económico para la región y sus
habitantes. Estas son inversiones de largo plazo que requieren incentivos
claros y sostenibles, para pequeños y medianos propietarios. Sin una política
pública decidida en esta dirección, el impacto económico, ambiental y social en
el mundo rural será profundo y duradero.
Clave es conectar el déficit habitacional de nuestro país y
región, con los métodos modernos de construcción en madera y específicamente
con casa industrializadas en madera, con la participación de las pymes
industriales madereras. Para ello, se requiere una demanda asegurada para este
tipo de viviendas, permitiendo una reactivación de este sector, que en los
últimos años ha sufrido el cierre en el país, de 200 pequeños y medianos
aserraderos.
Si queremos un Chile con más oportunidades, mayor
crecimiento y empleos de calidad, debemos actuar ahora. Es clave recuperar la
inversión, fortalecer la seguridad y generar incentivos que permitan que el
sector forestal siga siendo un motor de desarrollo para la región y el país.
Algunos datos que reflejan esta realidad:
En los últimos diez años, la superficie de plantaciones
productivas ha disminuido un 14%.
El crecimiento tendencial proyectado para 2024-2035 es de
solo un 1,8%.
Aproximadamente 200 aserraderos pequeños y medianos han
cerrado.
La participación de las pymes industriales madereras en las
exportaciones ha disminuido en un 50% entre 2016 y 2024 (Infor).
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